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¡Hola a todos! Hoy os traigo un tema del que querréis saber mucho más: crisis de pareja durante el embarazo y el posparto.
Estoy segura de que recuerdas perfectamente el día en el que supiste que estabas embarazada. No siempre resulta sencillo, muchas parejas acuden a nosotras porque no saben cómo afrontar decisiones tan complejas como recurrir a reproducción asistida, plantearse la adopción o contemplar la ovodonación o la donación de esperma como las opciones reales…
Seguramente ello no entraba en vuestros planes y es muy probable que las emociones os desborden, repercutiendo en la pareja. Una paciente que tuve me lo decía con temor: “tengo miedo a que cuando nazca la nena me digan que se parece a mí, porque biológicamente no soy su madre… Y mi marido muchas veces se siente mal cuando hablamos sobre eso, noto que me evita”. Por otro lado, el amargo dolor de sufrir un aborto, la pérdida perinatal o tener que emprender cualquier tipo de duelo, incluido el de la no maternidad, también puede concluir en crisis o separaciones de pareja, especialmente por la falta de apoyo emocional y la no aceptación individual de lo que sucedió.
La media de tiempo en la que una mujer se queda embarazada ronda los 6 meses y sólo en el 28% de los casos se logra “a la primera”. Quizás en vuestro caso fue así o tal vez tardó en llegar, pero lo que siempre esperaste como un periodo único y emocionante, lleno de alegría e ilusión puede que se haya transformado en una experiencia llena de ansiedad, dudas, temores o incluso decepción. Quédate estos minutos conmigo y descubre lo que puedes pedirle u ofrecerle a tu pareja durante el postparto y datos tan interesantes como que ellos también pueden experimentar depresión posparto o que los orgasmos femeninos durante la gestión cambian, siendo el sexo un motivo de crisis en muchas ocasiones.
Lo primero que tenéis que recordar es que durante el embarazo las emociones están “a flor de piel” y que seguramente muchas costumbres o actitudes de tu pareja que antes no te molestaban, que ni notabas, ahora te irritan en cuestión de segundos; tal vez incluso estés preocupada porque tienes el superpoder de pasar del llanto a la risa o del amor al odio en cuestión de segundos.
El físico también juega un importante papel en tu estado emocional, ya que quizás te enfrentes a vómitos continuos, mareos e incluso dificultad para descansar, sin olvidar que las hormonas se encuentran en un continuo cambio y no resulta sencillo encontrar una estabilidad de forma rápida. No todas las mujeres viven el embarazo de la misma manera e incluso ello puede convertirse en un problema si comienzan las comparaciones con otras amigas o familiares en tu situación.
Respecto al posparto, debéis recordar que cada uno será diferente: ninguna mamá lo vivirá igual que otra e incluso con cada hijo será de una manera… Tendremos que tener en cuenta cómo ha sido el embarazo y qué tipo de parto se ha tenido. Más adelante habrá que restablecer una vida afectiva y sexual satisfactoria, cuya vivencia requerirá de una recuperación física y psicológica donde tu pareja tendrá mucho que ver.
Ellos tampoco lo tendrán fácil: tendrán que comprenderos, ayudaros y apoyaros tal como si fuesen vosotras. Se trata de un período muy intenso en el que la dedicación al bebé es total: lactancia, aprender a ganar seguridad en el trato con el recién nacido, entenderle, poder avanzarse a sus demandas…
En este período no existe la pareja como tal, sino dos adultos que están conviviendo y tratando de entender y conocer a un recién nacido.
Otra etapa de crisis en la pareja puede llegar en la reincorporación del papá al trabajo: al volver suele regresar también a “la rutina de su vida”. Él no ha perdido el espacio de individuación que el trabajo le comporta, puede retomar con relativa libertad sus actividades de ocio, sus costumbres y sentirse el de siempre… Y en cierta medida espera también poder recuperar a su mujer, a “la de antes”.
La sexualidad también es motivo de trabajo en pareja, tanto en el embarazo como en el posparto. Es posible que os sintáis identificados con algunas de estas vivencias: “no quiere tener relaciones sexuales porque le da miedo que pase algo malo con el bebé”, “desde que se quedó embarazada no tiene deseo sexual”, “si me toca es sólo para que yo le satisfaga”. Durante el embarazo, existen pautas recomendables de cara a intentar (siempre que no exista contraindicación médica), disfrutar de la sexualidad conjunta, como las siguientes:
- El sexo no supone ningún peligro para el bebé ni para el desarrollo del embarazo, es más, disfrutar del contacto piel con piel e incluso tener orgasmos potencia la subida de niveles se oxitocina, la hormona de la felicidad. Ayuda a fortalecer la unión en pareja y a aceptar el propio cuerpo, incluso a sentirse más enérgica y liberarse del estrés.
- La diversión sexual en cuanto a nuevas posturas, está garantizada. Si tu pareja y tú os encontráis con energía y ganas, además de disfrutar del sexo, podréis pasar momentos de felicidad y unión diferentes.
- Os diré algo en confianza: está demostrado que, durante el embarazo, la lubricación es mayor y el orgasmo más intenso, al extenderse la fase denominada “meseta” y ser más lenta la refractaria. Esto significa que la intensidad y duración serán mayores y la probabilidad de orgasmos múltiples será más real que sin estar embarazada.
Las crisis llegan cuando desaparece la comunicación y la confianza, la complicidad, para dar paso al sentirse cohibido, forzarse a mantener relaciones sexuales o evitar acercamientos y el otro decide ignorar la situación o reprocharla en lugar de ponerla en común.
Una vez llega el bebé, el componente sexual puede potenciar de nuevo crisis en la pareja: seguro que has oído hablar del puerperio (o los 40 días de espera tras el parto). Esta espera debe respetarse, especialmente para que la episiotomía cicatrice correctamente (en caso de existir) y para que los loquios o sangrados cesen, señal de que el organismo está reajustándose. Muchas de vosotras mencionáis en sesión que la líbido sexual desaparece y os preocupa no tener relaciones sexuales normalizadas tras el parto, pero de manera habitual sólo hay que dejar un tiempo para que el proceso de recuperación del cuerpo avance, sin prisas. Si ambos os encontráis cómodos podéis dejar para más adelante la penetración y no privaros de caricias, besos, masajes… Ya que, además de ser muy placenteros, reconectan con esa intimidad y complicidad entre la pareja y ayudan a que os sintáis aceptados, queridos y deseados por el otro.
Sucede igual con la dispareunia o dolor en las relaciones sexuales: el dolor es una conducta involuntaria y condicionada que sólo te está indicando que necesitas realizar un trabajo personal para sentirte segura y relajada en tu nueva faceta sexual como madre y tu pareja debe comprenderlo. La comunicación en pareja (¿cómo os sentís? ¿Qué necesitáis? ¿qué miedos existen?), la empatía y el respeto de tu pareja junto a conocer a tu nueva yo serán esenciales. Tranquila, puede pasar que todavía no te entiendas tú misma y que tu pareja no sepa cómo reaccionar, es también algo natural.
Otra situación que puede desembocar en crisis de pareja es la depresión posparto. La OMS indica que el 15% de las mujeres que han dado a luz pueden sufrirla durante los primeros 4 meses tras el parto, de los cuales un 8% derivarán en psicosis posparto. Ellos también pueden sufrirla, aunque los datos recogidos son inferiores por el miedo a ser juzgado o catalogado como “raro”: os diré que varios estudios en 2019 demostraron que hasta el 25% de los papás pueden sufrirla por empatía, al ver a sus parejas sobrecargadas y decaídas con la crianza y sentirse desplazados, ya que ahora el bebé capta toda la atención de su pareja.
Y es que la neurociencia perinatal es muy caprichosa, ya que el cerebro femenino no es el mismo en la maternidad que antes de la gestación y crianza. Curiosamente el cerebro masculino también cambia, pero no del mismo modo, por lo que muchas veces el neurodesarrollo cerebral se convierte en otro causante de crisis en la pareja:
- Las futuras mamás comienzan a sentirse madres en el momento en el que lo desean e imaginan. Durante el embarazo, la memoria de trabajo y a corto plazo, la habilidad para tomar decisiones y el autocontrol decaerá. Seguro que te notaste más distraída y menos “rápida” en cuanto a pensamientos y acción estando embarazada. Sin embargo, serás capaz de reconocer y recordar acontecimientos pasados y desarrollarás la memoria asociada con el reconocimiento facial de las personas: tu bebé será el estímulo neuronal, el que “activará” los cambios cerebrales con tal de aumentar el vínculo emocional, de apego y supervivencia.
- En los futuros papás no veremos esos cambios, sino un pico de estrés junto a un aumento de empatía y bajada de la testosterona, que favorecen el cuidado hacia el bebé y la madre. El problema es que socialmente este tipo de actitudes no terminan de encajar con el rol masculino y la actitud no será en muchas ocasiones la idónea. Aunque la plasticidad cerebral en papá y mamá será muy similar, los lazos emocionales no se desarrollarán al mismo ritmo (ellos necesitan “ver para creer y sentir”).
Estoy segura de que ahora puedes entender mejor frases como “cuando seas madre lo entenderás” o “cuando nazca el bebé, tu pareja cambiará”.
Para finalizar, quiero compartir con vosotros algunas pautas sencillas para trabajar en pareja:
- Reconocer las necesidades físicas y emocionales de tu pareja, con tal de notar confianza y demostrar que entiendes cómo se siente. Ello comienza desde el momento de las visitas: si a tu pareja no le apetecen, no habrá visitas. Tenéis que estar de acuerdo con la duración de estas y con las normas a establecer, sin anteponer a los de fuera. Para ello, la escucha activa y el interés hacia el otro serán imprescindibles.
- Facilitar y apoyar el vínculo entre mamá y el bebé: para que tu pareja pueda estar en las mejores condiciones de cara a crear el vínculo, lo ideal sería que pudiese despojarse de la mayoría de preocupaciones posibles que no tengan que ver con el bebé. Para que esto suceda, hará falta una alta implicación y capacidad de gestión por tu parte, especialmente en responsabilidades relacionadas con el manejo del hogar y lo cotidiano.
- Quererse, aceptarse: lo principal en este período es no cuestionar las decisiones o intuiciones sutiles que tu pareja tenga de manera inexplicable, ya que responden a un viaje interior en el cual está embarcada y del cual no tiene control.
- Resguardar el nido del exterior: esto significa que tu estabilidad emocional y la de tu pareja, van primero. Quedar bien con los de fuera, sólo porque son familia, cuando tú no estás preparado para dar ese paso, sólo va a potenciar el riesgo de depresión posparto y problemas con tu pareja. Frases como: “ahora entenderás lo que sufrí yo contigo”, “deja que lo coja mi madre, que es su abuela”, “es mi nieto y punto”, “así nunca se va a dormir, déjamelo a mí”… Deben impedirse. Si la pareja no dispone de una base segura, será fácil sentirse en un compromiso y decantarse por las familias en lugar de pensar con subjetividad, el poder de la lealtad familiar es muy potente y más en esos primeros meses tan vulnerables de crianza. Ser vosotros mismos: no os dejéis influenciar por nada que venga en forma de crítica o exigencia. Es vuestro momento para ser padres, no el de los demás y sólo vosotros sabéis lo que necesitáis como pareja. Está muy bien agradecer la ayuda recibida, pero indicar amablemente que no necesitas opinión o consejo sobre algo concreto no te convierte en peor persona.
No olvides que muchas veces contar con ayuda profesional es una de las decisiones más acertadas, ya que perder la perspectiva de la realidad es muy sencillo. Cuéntanos de manera más detallada todo lo que os preocupa como pareja para que podamos ordenar vuestra nueva situación y trabajar en ella, estaremos encantadas de ayudaros.
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